El libro «Al sur de Granada» del hispanista Gerald Brenan generó en mí una gran curiosidad por conocer las Alpujarras. Idealice e imaginé sus paisajes y construcciones durante mucho tiempo, recreando su historia en mi mente. Pero ha sido en este año , cuando he tenido la oportunidad de conocerlas. Todo lo que había imaginado allí estaba, delante de mí. Para el que no lo sepa, La Alpujarra es una región histórica que transita por las provincias de Granada y Almería. Se encuentra dentro del parque nacional de Sierra Nevada. Los pueblos que la componen, pueden presumir de estar situados en las cotas más altas de la península ibérica. Trevélez el pueblo situado a mayor altura de España.
Imagen tomada de http://www.lasalpujarras.org
Fue en esta región donde resistieron los últimos moriscos hasta que en el siglo XVI fueron finalmente expulsados.
La arquitectura de los pueblos alpujarreños también llama la atención. Las construcciones se disponen a modo de cascada, sus techos son completamente planos y sus chimeneas muy llamativas. Además pasear por sus estrechas y zigzagueantes calles es toda una experiencia.
Podemos observar desde la carretera, la gran altura que alcanzan los olivos debido a su abandono.
Ruta de los olivos Centenarios
En el pueblo de Órgiva, saliendo de él por la carretera que conecta a Motril, encontramos un cartel que nos anuncia la ruta entre olivos centenarios.
Aunque el discurrir de a ruta se realiza rodeado de muchas fincas privadas que contienen ejemplares preciosos, la entrada a la ruta aparenta ser la bienvenida a una sola finca, a un solo espectáculo que nos espera bien demarcado, dando la bienvenida. Nada más entrar, lo que nos sorprende es la paz y tranquilidad que se respira, acompañado por el rumor del agua que desciende por pequeños canales inundando las acequias, clara herencia de la agricultura y cultura andalusí. Encontramos a los pocos casos de iniciar los primeros pasos por la ruta, una parcela abierta con unos ejemplares de olivo, que anticipan para nuestro deleite, lo que vamos a tener la oportunidad de disfrutar. Se trata de unos olivos de una gran envergadura imposibles de abarcar ni entre dos personas.
Seguimos caminando acompañados por el relajante discurrir del agua que baja de la montaña. Según vamos avanzando, las pequeñas fincas están cada vez más protegidas y muchos de los olivos habitan dentro de ellas, suponemos que esta medida indirectamente a ayudado a conservar estos ejemplares, algunos de una belleza insultante.
Nos asomamos a la alambrada de cada finca, para ver que sorpresa nos aguarda al paso. Troncos finos y largos, cual gigantes que alzan los brazos (ramas al cielo), portes de grandes dimensiones con ramas rejuvenecidas, cortezas que se retuercen con el paso de los años, hileras de ejemplares que se muestran como veteranos jueces del tiempo.
LOS OLIVOS INVERNADERO DE LA ALPUJARRA
Otra de las cosas curiosas y de gran interés, es que en tierra alpujarreña, se utilizan los olivos como invernadero. ¿Os preguntaréis cómo se hace esto? Pues bien, los olivos se dejan crecer y alcanzar gran altura para que resguarden y protejan de las heladas los cultivos de naranjos que están plantados a sus pies. En definitiva, un viaje imprescindible para cualquier amante de los olivos, que hará las delicias de los más mayores y de los más chicos. Todo ello acompañado de unos paisajes encantadores, una arquitectura típica y un lugar cargado de historia. Que nadie te cuente donde están las Alpujarras, acércate a conocerlas.
¿Y TÚ?
¿HAS VISITADO ALGUNA VEZ LAS ALPUJARRAS?